No lo he pasado mal, pese a todo. No somos dueños de nuestro destino y como las cárceles, los hospitales, los psiquiátricos no cierran nunca, me ha tocado hacer penitencia en uno de ellos.
Pensé que si había que hacer penitencia," pues que sea de la mejor manera". Como si en vez de estar en un hospital,estuviera en un convento de monjes benedictinos. Total, la paz es absoluta. Sólo estábamos los imprescindibles: los pacientes, algunos acompañantes y las enfermeras. Los médicos, estarían repartidos entre Praga, Menorca y alguna isla griega ! Vete a saber!
El horario ha sido estricto. Levantarse temprano,comida a la 1,merienda, cena. Y así todo el rato. Me lo he tomado como si fuera una prueba de penitencia o meditación: mucho silencio,reflexión,contemplación, nada de sexo...y mucha paciencia. Porque cuidar a Fer ya R. su compañero de habitación,tenía tela. Me hablaban con imperativos: traéme,toma, quiero...Toma, era la botella de pis. Qué trance.
F y R han disfrutado mucho de las enfermeras. Jóvenes , guapas,resueltas...ellos se dejaban mimar. Les daban hasta el último detalle de sus procesos fisiólogicos. También psicológicos. Una enfermera dulce y guapa dispuesta a escuchar es la mejor medicina no hay duda. Se decantaban por Patricia,sobre todo. Que se desvivía por ellos y tenía un no se qué.
También quedaban hipnotizados por atractivas médicas con fonendo rodeando su cuello de cisne. El fonendo pone mucho, no hay duda.
En el sillón de buen acompañante, y movida por un profundo sentimiento de penitencia y aflicción, me dedicaba a escuchar las peripecias que R había tenido por toda Europa con su camión. Sesenta y cuatro años y viudo. Gran persona. Su enfermedad le había csatigado bastante y se sentía culpable de no haberse cuidado lo suficiente. Los hijos hacian su vida y ahora se veía muy solo. La peor enfermedad.
En la hora triste del anochecer, R me contaba sus años en Rotterdam, como estrenó el Canal de la Mancha con su camión, sus cervezas Gross, ..en unos días dimos vuelta a toda Europa ,acompañados de música . On the road, atravesamos paises y gentes. Cuando " pase todo" vamos a ir a Suances,a comer un buen pescado,que estando bien la vida es muy bonita.
Fer abrumado entre todas las mujeres: hermanas, enfermeras,cuñadas,seguía sumido en un mutismo absoluto. Ya lo hablábamos todo nosotras. Yo huía a ratos del monasterio: Unos mejillones y unas cañas , en " el refugio",un bar muy majo de barrio me daba fuerzas para seguir este via crucis un rato más. Eso y cruzarme con algún médico interesante, de anchas espaldas, me alegraba el día. Volver a casa se me hace raro. Creo que tengo el Síndrome de Estocolmo. ME lo voy a mirar.