Los Mallos de Riglos, impresiona llegar a este pueblo de 66 habitantes, ocupado por cientos de deportistas. Aquí conocí a un matrimonio del pueblo muy majo: Zenon y Próspides. El y ella. El paisaje era bello y extraño como sus nombres.
Por supuesto ,los pinches güeis, enseguidan planearon subir " al Puro" la montaña de la izquierda. Yo entré en el bar del pueblo. Con mi cuaderno. Y la ilusión del adolescente que se va de aventura. Acababa de comprarme mi primera navaja suiza. Y junto con la mochila y el cortavientos me sentía Kipling en la jungla. Todo era rojo, cálido, terroso. Como el sol.
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