Playa nevada: toda forma es la liberación de la tensión que la ha construido.
Para comprender el shock visual,sensual, espiritual de este milagro hay que pisar la playa, las dunas y mirar enfrente la extensión brutal y enorme de un mar que ruge. La nieve, que cruje ante mis pies, pienso en un iglú y en trineos...meses antes el desierto del sahára abrasaba mis talones. Estoy sobre una duna nevada, fugaz, cambiante...como esta nieve caprichosa e inesperada.
Andar por la playa o por un camino cualquiera es una forma de terapia. Mientras caminas, piensas. Pones en orden tus pensamientos.
Mi padre caminaba y cogía " chirlas" en su pañuelo. Coquinas en el sur. Finas almejas que se preparaban con un ligero sofrito de ajo y perejil. Con un puñadito de arroz. Cerrabas los ojos y te sabían a mar. Con mareas bajas cogíamos chirlas y "muergos" en esta playa. Navajas. En Santoña las pone muy ricas a la plancha. ! Qué ricos los muergos!!
Me contaba mi padre que mi abuelo Emilio, recorría todos lod días este largo arenal, le llamaban " Costalón". Volvía a cas con pulpos, jibiones o peces que el mar devolvía a la costa. Iba con un largo abrigo negro en invierno. Pescador y labrador. Hombre del pueblo. Encarcelado más de cinco años tras la posguerra, por ser de izquierdas...
No conocí a mi abuelo, que falleció en 1956, pero cuando paseo por la playa me imagino que en mis pisadas, quizás en algún pensamiento, en algún gen, gesto...quede algo de ese hombre que luchó por un idealismo, por unos derechos, que no llegó a conocer. Tras su dura coraza exterior, había un hombre solidario, siempre con una mano que tender...pese a perder su libertad, a su mujer, a varios de sus hijos...le quedó su dignidad,su honor, su playa...sus pensamientos. Sé que mi padre que nunca lloraba, no pudo reprimir las lágrimas ante su muerte.
Cuando camino sola, por esta playa, me dejo llevar, a veces pienso, en mi padre, en mi abuelo, que ya no están! qué díficil seguir su estela! ! ! Ser valiente, digno, honrado!
Intento caminar a mi paso, la frente alta, una sonrisa, la flor en el pecho. Hija y nieta de Emilio Rentería. Y ahora, sin miedo a las palabras. Ni a la verdad. Sin miedo.
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12 comentarios:
Me ha gustado mucho el escrito, tu pequeña gran historia.Seguro que dentro de ti, como de mi,está ese trozo que tanto buscamos de alguien de nuestra sangre.
Besos
un león que no es feroz, tal vez por memorioso.
Nieve y mar, casi no puedo imaginarlo.
He paseado contigo por esa playa, con tus bellos recuerdos, y me ha gustado mucho.
Un abrazo
No he experimentado nunca esa mezcla casi contra natura de nieve y mar, ni siquiiera en mis incursiones boreales. De hecho tu foto, con ser correcta, no da idea ni ilustra merecidamente tu texto
Un beso
¡Qué suerte!
Poder pasear sola en compañía de entrañables y vivos recuerdos del padre, del abuelo.
En las grandes ciudades no hay tiempo ni espacio para inviertir en campos y compañías, paisajes naturales, y así después, cuando es hora de recoger los intereses, se hace imposible pasear al lado de tanta memoria cálida.
Cordial y envidioso saludo.
Andar es una terapia, a veces estarse quieto y en calma, tambien.
Una estupenda crónica de un recuerdo
Tu forma de contarlo me ha gustado mucho. Un homenaje a tus mayores y pisando por donde ellos han pisado. Te mando un fuerte abrazo. Lola
Bonito homenaje a tu abuelo y a tu padre.
Bonitas palabras,con olor a mar, tan nuestro del norte, que dedicas a los tuyos.
Quizás, hoy tambn repitas pisadas y algún pensamiento.
Preciosa la foto de la playa Salvé con nieve.
Estas pisadas tuyas te llevan hasta la orilla de la vida de tu padre y abuelo. Un placer haberme detenido en tu blog a leerte.
Un abrazo.
Gracias por entrar en mi ventana. Y sí, Adelaida este jueves ,la playa quedó cubierta otra vez de un bello manto blanco.
Mucho frío.
Un beso fuerte a todos.
Acredita que nunca vi nevar na praia? Mesmo em terra, por cá - no Porto - não neva.
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