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Entra a mi barco, que cojo el timón y zarpamos

viernes, 27 de junio de 2008

Congelar albóndigas: destino inmediato

Tengo que hacer algo por Mari, mi cuñada. Se me ha ocurrido, ahora que estoy de cocinillas, cocinarla unas croquetas, unas albóndigas, voy a ponerme a ello. Va a venir a laredo con sus dos churumbeles y los niños dan mucha guerra. Es que es una mujer que le da tiempo a todo, eso de que cocine, trabaje, y sobre todo planche, me descoloca. Yo, es que soy muy vaga. Feliz, paseando por la playa o sentada en una duna, horas y horas sin hacer nada. Dicen que se necesitan 21 días para coger un hábito. A ver si aprovecho este largo y cálido verano, para adquirir alguno.
Esto de que Fer este malito, me altera un poco, y noes por mis cuñados, es porque parece que su familia se multiplica cual célula rebelde. Hermanos, sobrinos, tios, tia Loli, Suegruca, Mari y Mer. tio Nico, y así hasta completar miles de personas de Bilbao, De Erandio, de Plencia, de Algorta...me paso todo el día: agur, agur...
Me gusta lo de ser anfitriona, con cuatro amigos, que si Rafa, que si Bolaja, y hala pimplarnos un poco con dos botellucas de albariño y unos chicharros al horno. Pero creo que será más adelante. Tengo que empezar con las albóndigas de Mari. Que viene en unos días. Y una lasaña para Vir, que creo que la última vez que se lo prometí fué el año pasado. No tengo perdón.

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